miércoles, 1 de julio de 2009

El poder de las palabras...

La historia es bien conocida, pero les recomiendo leerla: San Lucas 24. 13-35. Trata de dos hombres seguidores de Jesús que caminan a Emaús (una aldea ubicada al Norteste de Jerusalén a unos 11 Km apróx.), uno de ellos se llama Cleofas, del (la) otro(a) solo sabemos sus dudas y decepciones. Según el buen médico y ahora evangelista Lucas, la historia se desarrolla después de que unas mujeres seguidoras de Jesús, le informan a los apóstoles que el “maestro no estaba en el sepulcro”, que ha “resucitado”, que unos ángeles primero lo anunciaron, y después Jesús mismo, ahora con un cuerpo distinto, lo confirmó. Por inferencia clara del texto, estos dos caminantes participaron del informe de esta noticia.Van caminando por las rutas polvorientas y empedradas como es común en esas tierras. Con calor, quizás cansados de todo lo que habían pasado, decepcionados tal vez por haber depositado su confianza en un salvador derrotado, en un libertador crucificado, en un maestro que hacía ya tres días estaba muerto. Iban hablando de esto y de lo otro cuando de pronto alguien se les acerca y camina con ellos. Es Jesús, pero ellos no lo saben.Se interrumpe la conversación cuando Jesús pregunta, ¿De qué hablan?, Cleofas sorprendido le reprende por no manejar la información que todos sabían, al de Jesús el Nazareno, el profeta y milagrero, que se atrevió a confrontar al sistema religioso de su tiempo, el que decía que de los niños es el reino de los cielos, y no de una manga de viejotes, amigos del poder, que por saberse unas cuantas leyes de memoria se creían la voz de Dios en la tierra. El mismo que cuenta historias que hacen reír al pueblo y enojar a los religiosos, el mismo que conversa con la prostituta de Samaria y se atreve a interpretar la Ley en la Sinagoga, el mismo que se sirve una copa de vino (con alcohol) y al rato anda sanando leprosos y resucitando muertos, el mismo que salvó a tantos, el mismo que mataron.Sin más preámbulo Jesús les para el carro. ¿Acaso no tenía que pasar todo esto? Y empieza la cátedra in situ de una extensa cristología, empezando con Moisés hasta llegar a los profetas, más que mal 11 km a pie, buey, camello o mula, subiendo y bajando, daba tiempo como hablar en extenso.Me quiero detener en la pregunta que se hacen estos caminantes luego que Jesús desapareciera de la escena del verso 31: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino y cuando nos abría las Escrituras? Yo creo en el poder de la palabra. Por ahí el teólogo brasilero Rubem Álves y en sintonía con los nuevas tendencia en los estudios ontológicos del lenguaje, dice que la “la palabra crea mundos”, “las declaraciones modifican la realidad” dice Rafael Echeverría, las palabras tienen el poder, a los pies de Jesús, de dar Vida (eso lo digo yo). ¿Qué efecto producen tus palabras al conversar? ¿Dejas marcas? ¿Positivas o negativas? ¿De qué fue tu última predicación? ¿Te pareces a Jesús cuando hablas?... dice un proverbio: “la vida y la muerte están en el poder de tus palabras” (paráfrasis mía).No quiero dar principios de cómo deberías hablar, ni puntualizar los matices semánticos del texto que menciono, solo deseo provocar en ti un deseo de hablar distinto. Te invito a crear mundos, a modificar la realidad, te invito a encender corazones. Emmanuel F.

1 comentario:

gabriela dijo...

HIJO DE TIGRE,GRACIAS POR INVITARME A NADAR EN LOS RIOS DE DIOS, Y A BEBER DEL POZO DE AGUAS VIVAS, SIEMPRE HAS SIDO Y SERAS UNA BENDICION EN MI VIDA.
TE AMO AMIGO, HERMANO